
Por ejemplo, la sección del Informe, dedicada a la carga de la enfermedad y sus consecuencias sobre dos grupos vulnerables y de mayor riesgo, como son las mujeres embarazadas y los niños, con datos de 2018, se concentra en los países africanos. No menciona el Informe, que en todas las entidades federales de nuestro país, se identifican ahora casos en embarazadas con graves consecuencias para la salud materno-infantil, y que el 11% de los casos de malaria en nuestro país ocurren en niños menores de 10 años.
Reconoce el Director de OMS en el informe, que en los últimos años, el progreso global de la reducción de nuevos casos se ha estancado y le preocupa que la malaria está en aumento en algunos países africanos de alta carga. No guarda la misma preocupación por el aumento indetenido de casos en Venezuela que por segundo año consecutivo, concentra más del 50% de los casos del Continente Americano y acumula tres cuartas partes de las muertes por la enfermedad. Venezuela ascendió a la posición 39 entre los países con mayor incidencia de malaria a nivel mundial.
En nuestro país, seguramente se incumplirán los hitos críticos de control de la enfermedad como parte de la estrategia global y los planes Continentales acordados, ya se ven amenazados por la exportación de casos a numerosos países vecinos, situación agravada en los últimos 3 años por la migración masiva forzada, de millones de venezolanos, en el entorno de la emergencia humanitaria compleja que sufre el país.
Seguramente será necesario, para enfrentar los retos extraordinarios de la malaria en Venezuela, emplear medidas también extraordinarias, similares a los de “alta carga, alto impacto”, empleados y promovidos por la OMS en los países más afectados por la malaria, para prevenir la enfermedad y salvar vidas. Esto na ha sido suficientemente comprendido y menos implementado por el régimen que detenta el poder en Venezuela.